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Género de cine: Musical

Se clasifica como musical a todo película que otorga importancia al espectáculo de la música a través de las canciones, bailes y coreografías que irrumpen en la trama para dar un breve receso durante el fragmento musical. En un comienzo esas interrupciones no tienen relación con la narrativa de la historia pero, a medida que el género se va desarrollando los números musicales entran en estrecha relación con la trama de la pelicula.
Es un género por excelencia americano. Sus historias giran en torno al optimismo y a la frivolidad. Los temas dramáticos son muy poco usuales en este cine por lo que también se lo conoce como comedia musical. En su totalidad, las variantes del cine musical tienen un aspecto teatral y los personajes son simples y sirven de soporte para números musicales espectaculares.
Al surgir el cine sonoro, Hollywood utiliza al cine musical como medio para consolidar la transformación. De hecho, en 1928, la primera película que incorpora diálogos y música sincronizada a la imagen fue El cantor de Jazz de 1927 que produce la compañía Warner Bros. para lanzar la novedad del sonido al mercado cinematografico.
A este filme siguieron otros del mismo tono, al estilo de La melodía de Broadway (1929), de Harry Beaumont, ¡Música maestro! (1929), de Alan Crosland; y El desfile del amor (1929), de Ernst Lubitsch. Al irse haciendo cada vez más sofisticado, eficaz en su puesta en escena y al incorporar a grandes estrellas de Broadway, el musical cinematográfico dio lugar a obras tan notables como Rose Marie (1935), de W. S. Van Dyke, que además hizo de sus protagonistas, Jeannette MacDonald y Nelson Eddy, dos estrellas de gran renombre.
El musical se convirtió, en poco tiempo, en sinónimo de elegancia y fastuosidad escénica. Ejemplos de esa tendencia son La viuda alegre (1934), de Ernst Lubitsch, La alegre divorciada (1934) y Sombrero de copa(1935), ambas de Mark Sandrich. Estas dos últimas cintas consolidaron asimismo a una de las parejas más conocidas del género, Fred Astaire y Ginger Rogers.
Con el paso del tiempo, el público llenó las salas de cine para asistir a la proyección de títulos como La melodía de Broadway de 1938(1937), El mago de Oz (1939), de Victor Fleming, Cita en San Luis(1944), de Vincente Minnelli,y Un día en Nueva York (1949), de Stanley Donen. Las distintas compañías, atentas a esa demanda popular, crearon equipos dedicados exclusivamente a la elaboración de musicales. Así, aparte de contar con estrellas como Gene Kelly, Rita Hayworth, Judy Garland y Betty Grable, la industria dio a conocer a creadores dedicados al diseño de este tipo de producciones. Por ejemplo, la unidad que Arthur Freed dirigió en la Metro Goldwyn Mayer, diseñó películas como Cantando bajo la lluvia (1952), de Gene Kelly y Stanley Donen, Un americano en París (1951).
A partir de los 60, el musical americano se hi ido modificando y evolucionando hacia fórmulas mas variadas y complejas, desde el musical dramático a la opera rock. El musical pop y las biografías de músicos y grupos o, mas adelante, la plasmación de conciertos de rock y otros híbridos. Por esto, en los años 70, el pop y el rock dejan su huella en las películas musicales, en la línea mostrada por A Hard Day’s Night (1964) y otras que siguieron la fórmula clásica, como la ambiciosa West Side Story (1961), My fair lady (1964), de George Cukor, The Sound of Music (1965), de Robert Wise, y Mary Poppins (1964).
También en los 70, prosiguieron las adaptaciones de obras ya estrenadas en Broadway o en los teatros londinenses, como Cabaret (1972), que lanza a la fama a Liza Minelli y All that Jazz (1979), ambas dirigidas por Bob Fosse, reconocido como el último genio del musical, El violinista en el tejado (1971) y El hombre de La Mancha (1972), de Arthur Hiller.
Planteadas como parodia en cierto modo experimental, El fantasma del Paraíso (1974), de Brian de Palma, y The rocky horror picture show (1975), de Jim Sharman, atrajeron a un público juvenil, que luego mostró su fascinación con producciones de gran impacto en la industria discográfica, como Fiebre del sábado noche (1977), de John Badham, y Grease (1978), de Randal Kleiser, que catapultó a John Travolta como ídolo del musical destinado al público joven.
No obstante, pese al éxito de esas películas, el musical entró en un periodo de decadencia en las próximas décadas. Los grandes estudios ya no financiaban más que algunos proyectos puntuales.
Durante las décadas de los 80 y 90, Alan Parker, rodó musicales que obtuvieron cierto éxito como Fama de 1980 y Evita de 1996 con Madonna y Antonio Banderas como protagonistas.

En el 2000, el director Lars Von Trier, sorprende con el film Bailarina en la oscuridad con la cantante Bjork desempeñándose en el papel principal.
Sin embargo, el éxito no renace hasta que Hollywood no decide reconocer al género nuevamente. Con películas como Moulin Rouge de 2001, de Baz Luhrmann, Chicago (2002), El fantasma de la ópera (2004), Hairspray (2007), entre otras, que los grandes estudios han vuelto a invertir en superproducciones musicales.
Cabe descatar que en las últimas décadas, el musical se utilizó para grandes películas de dibujos animados de los estudios Disney como La bella y la bestia (1991) y La Sirenita (1989). A su vez, otros estudios toman el mismo rumbo y en muchos films animados se recurre al género musical como medio de expresión predilecto, es el ejemplo de Anastacia en 1997 de la Twenty Century Fox.

 
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