El propósito principal del cine de terror o de horror, como su nombre lo indica, comprenden todas las películas que provocan miedo, angustia, sobresalto u horror en el espectador mediante dramas efectistas, truculentos o misteriosos. Utiliza personajes humanos, animales o monstruos que resultan amenazantes o destructores para los protagonistas, débiles o impotentes frente a ellos.
Sobre las bases de la literatura gótica, las supersticiones y las leyendas tradicionales, los argumentos suelen recurrir a ingredientes siniestros o morbosos, siguiendo una galería de arquetipos que viene a simbolizar, en diverso grado, el abanico de sensaciones que se abre entre la muerte y el dolor. Por lo común, en este tipo de creaciones no suele faltar el romance, añadiendo la simbología amorosa a ese repertorio ya resumido.
Debido a la tradición del cuento de miedo ampliamente desarrollado en las sociedades rurales de todas las culturas, surgen la mayoría de elementos y personajes que nutren las películas de este género, los vampiros, el hombre lobo, los monstruos, los fantasmas, las brujas, los zombies o las horribles réplicas humanas, al estilo de Frankestein.
Este género cinematográfico comenzó con el expresionismo alemán, del cual tomó su aspecto tenebroso y estilizado. Su estética se caracteriza por los contrastes de colores, el uso del claroscuro y los tonos penumbrosos.
Sus primeros exponentes se encuentran en El estudiante de Praga (1913) de Stellan Rye, El gabinete del Doctor Caligari (1919) de Robert Wiene y Nosferatu, el vampiro (1922) de F.W. Murnau. En el cine estadounidense de la época muda, se encuentran adaptaciones de obras literarias del género como Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1920), de John Stuart Robertson, El jorobado de Notre Dame (1923), de Wallace Worsley y El fantasma de la ópera (1925), de Rupert Julian.
El cine de terror alcanza su apogeo en los años 30, cuando la Universal contrata a Bela Lugosi (Drácula) y Boris Karloff (Frankestein) y a cineastas como Tod Browning y James Whale para que desarrollaran proyectos con clara orientación terrorífica. Títulos característicos de estos años son Drácula (1930) de Browning, El doctor Frankenstein (1931) y La novia de Frankenstein (1935), ambas de Whale, La momia (1932), de Karl Freund, El lobo humano (1935), de Stuart Walker, Freaks, La parada de los monstruos (1932), también de Tod Browning y la reconocida King Kong (1933).
Durante los años 40 los grandes estudios siguieron con la apuesta hacia las películas de terror. El hombre lobo (1941) fue el film mas influyente de esta década. En estos años también se destacan La mujer pantera de 1942 y la primer secuela de Frankestein.
Entre las décadas del 50, 60 y 70, la productora Hammer produjo una gran número de películas del género con una alto nivel de calidad. El principal director de esta productora británica fue Terence Fisher, quien reactualizó las figuras más clásicas de este género. Rodó La maldición de Frankestein (1957), Drácula (1958), Las novias de Drácula (1960) y Drácula, príncipe de las tinieblas (1965).
Hay que destacar en estos años a Roger Corman, quien adaptó diversas obras de Edgar Allan Poe, con films como La caída de la casa Usher (1960), El pozo y el péndulo (1961), El entierro prematuro (1962) y El cuervo (1963).
En Italia también hubo muestras de terror clásico en la línea de La máscara del demonio (1960) de Mario Bava. Pero fue Dario Argento quien dio forma a una tendencia, el llamado “giallo”, repleto de secuencias violentas e impactantes. A este cineasta debemos películas como El pájaro de las plumas de cristal (1968), El gato de nueve colas (1970) y Suspiria (1977). Sin duda ese sadismo propio de los psicópatas también atrajo al público estadounidense que de la mano de Alfred Hitchcock, considerado el maestro del suspense, es autor de, al menos, dos obras cumbres de terror moderno como Psicosis (1960) y Los pájaros (1962).
Pocos años después, se fueron eliminando las sutilezas y se fue mostrando, cada vez en mayor medida, el horror más directo y la violencia más explicita como se ve en películas como La noche de los muertos vivos 1968 de George Romero y La matanza de Texas (1974) de Tobe Hooper.
A principios de los 70, encontramos El exorcista (1973) William Friedkin considerada la película mas terrorífica de la historia del cine; y La profecía (1976), de Richard Donner y Rosemary’s Baby (1968) de Roman Polansky. Estos 3 films demuestran la inclinación de las producciones del género hacia temas que tienen relación a lo diabólico.
El novelista Stephen King añade con sus libros un repertorio de los miedos más comunes entre los adolescentes, como se muestra en la adaptación de Carrie (1976), de Brian de Palma. Fue ese público adolescente quien mejor acogió películas como Las colinas tienen ojos (1977) y Pesadilla en Elm Street (1984), ambas de Wes Craven; Halloween (1978), de John Carpenter y Viernes 13 (1981), de Sean S. Cunnigham entre otras. En esta línea, se han definido algunos de los estereotipos de las películas más recientes de este género cinematográfico, donde los asesinos en serie protagonizan numerosas sagas donde se relatan sus cruentas y hasta paródicas andanzas. Los dos personajes que sin duda sobresalen es esta vertiente son Jason y Freddy Krueger, figuras de Viernes 13 y Pesadilla en Elm Street respectivamente.
De los últimos 20 años, cabe mencionar, El silencio de los inocentes (1990) de Jonathan Demme, Entrevista con un vampiro (1994) de Neil Jordan y la última versión de Drácula (1992) de Francis Ford Coppola. La sagas de Scream (1996) ySé lo que hicieron el verano el pasado (1997) de Wes Craven obtuvieron un éxito total entre los espectadores más jóvenes. Las originales Sexto sentido (1999) de M. Night Shyamalan y Los otros (2001) de Alejandro Amenábar.
Un éxito sin precedentes se está experimentando con las películas de terror en España e hispanoamérica. Autores como Guillermo del Toro (Cronos, 1992; El espinazo del diablo, 2001), el ya mencionado Alejandro Amenábar (Abre los ojos, 1997), Juan Carlos Fresnadillo (28 semanas después, 2007) y Juan Carlos Bayona (El orfanato, 2007) permiten vislumbrar un futuro en prometedor en el género de terror de habla-hispana.
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